A continuación, un fragmento de Diálogos en el campo enemigo, la extensa entrevista que Horacio González, Christian Ferrer, Eduardo Rinesi y María Pía López realizaron a Fogwill en 1997 para la revista El ojo mocho.
-… no la guerra como solución ni como una política sino la guerra como evidencia de que toda búsqueda de restablecimiento de un equilibrio, de un equilibrio en base a reglas, tiene que ver con la máquina de fundar reglas, y con la máquina de obtener esos equilibrios y esas máquinas son máquinas de violencia. Pero esto no para llevar agua al terreno militarista, sino…
ER: –Bueno, es una larguísima tradición teórica…
–…sino para llevar agua al terreno de lo que a mí me interesaba. Digamos ¿a mí qué me interesaba? Me interesaba la pequeñísima política cultural de mi frente. Y yo diferenciaba los tipos que salvaban su máquina de producción, y te digo Hebe Uhart, Aira, de los que la comprometían en la producción de pelotudeces sociales. Y cuando digo Uhart, digo Aira, digo yo y digo Briante también, a pesar de que Briante tuvo esa carrera de canalla, de sirviente siempre al mejor postor, desde la revista Confirmado hasta Carlitos Grosso, pero era otro Briante, el operador de prensa, no era su obra la que estaba en juego en esto. Creo que él…
HG: –Igual que Belgrano Rawson, según el ejemplo que diste.
–No, Belgrano Rawson ni siquiera ponía la cara. Era radical desde los tiempos en que ser radical era condenarse a perder….
HG: –Bueno, pero tu forma de salvar personas según el mecanismo ese, es muy notorio… vos elegís que se “salven” algunos.
–Belgrano Rawson nunca puso Fueguia , ni puso El náufrago de las estrellas en la mesa que lo habilitara a juzgar si Camps era malo y si había que seguir yendo los jueves a pedir el imposible. Nunca lo puso, Briante tampoco. El otro Briante, el operador de prensa, el funcionario, sí. Esas cosas creo… Pero, digamos, los tontos en lugar de leer lo que debían leer y de hacer lo que debían hacer, leyeron lo que les mandaron leer e hicieron lo que tenían que hacer para conseguir un tallercito literario. Vieja pelea con Perlongher. Perlongher volvió una semana de Brasil y lo primero que hizo fue ir corriendo a sumarse a las huestes de los talleres literarios de… Pacho O’Donnell en el Centro Recoleta. Sin detenerse un minuto a ver qué le estaba dando él, había diez o quince pibes nada más, no era muy grande, sin embargo era muy grande para él esto.
ChF: –Se sentía muy solo y aislado ¿no?
–Eso, mirá, me recuerda una cosa de Gonzalo Cárdenas… ¿Gonzalo Cárdenas se llamaba?
HG: –Sí…
–Gonzalo Cárdenas. Gonzalo Cárdenas era un tipo que cuando llegaron los milicos, corrió a pedirles un puesto y se puso de profesor en la Universidad. Fue colaboracionista de Onganía, el tipo se escandalizó en un momento con la barbarie de Onganía y Viñas creo que dialogó con él y él dijo: “No, lo que pasa es que no puedo renunciar porque mi mujer me corta las pelotas”…
ChF: –Está bien, pero de alguna manera vos desdoblás convenientemente obra y vida civil.
–No, yo digo… Hay tipos que tienen un poder real. Miguel Briante era un señor que tenía un poder de prensa y hay tipos cuya existencia humana y social tiene que ver con el poder de la literatura. Algunos pichones que podían haber llegado a ser grandes escritores, que se sumaron a esa pavada a cambio de aparecer en la superficie ¿no? y no produjeron, no quedó nada de ellos literariamente. Incluso algunos que venían de antaño, de esa misma carrera. Tipo Zito Lema.
HG: –Ahora, Zito Lema, hablando de vos, eso lo leí en una entrevista antigua de El Porteño, invoca el nombre Fijman y de Artaud creo.
–Porque no entiende nada.
HG: –Yo no entiendo la raíz de tu enojo…
–Bueno, está bien, pero yo sí me enojo porque está hablando de dos enfermos mentales a los cuales encerraron los mismos tipos a los cuales él apoya. En la polémica que salió en Primera Plana , cuando él discutía con Gregorich, yo les decía: ¿pero por qué se pelean si son los dos iguales? Los dos son discípulos de Stalin. Los dos terminan en las categorías psico… Mirá, uno le decía al otro: “Provocador policial” y el otro le contestaba: “enfermo mental”. Era el código de Stalin, ¿te acordás?
ChF: –La acusación de Zito Lema a Fogwill: “Es un mierda”. Se percibe que te acusa de estar trayendo a colación algo que no debe ser mencionado.
–Además yo dije, el tipo está tratando de invocar en su favor la coprofobia occidental, eso de la mierda mala. No sé, yo conozco chicas a las que les encanta. Ni hablar de cuando te caga encima, por ejemplo, Claudia Schiffer, la botella de champagne y perfume de cuatrocientos cincuenta dólares la onza, ¡qué mierda! Bueno, pero él tenía que usar la coprofobia occidental de que la mierda es mala.
ChF: –Insisto en que cada vez que se menciona el tema del dinero, que vos mencionabas en tus artículos claramente, o ciertos intereses económico-políticos, del otro lado terminan tirándote la mierda, como diciéndote no revuelvas mierda.
–Hay un dicho inglés que me aplicaban siempre. Keep The Party Clean… Algo así como “¡No hagan olas!”…
HG: –Vos ¿cómo definirías una persona en la esfera de autonomía, de deliberación libre? La conciencia de una persona, ¿cómo la definirías?
–¡La conciencia! La conciencia no existe… No, no hay conciencia.
HG: –Vos dijiste Gonzalo Cárdenas, colaboracionista de Onganía, yo te podría decir más cosas que relativizarían y hasta negarían eso. Sin dejar de partir del hecho de que surgió a la política universitaria en coincidencia con un primer momento de Onganía. Pero eso se entendería con la idea de una conciencia más dialéctica…
–No, yo digo, perdón… Yo digo, cuando él me decía lo de… Yo a Perlongher no le exigía, yo le dije: no vayas a tirar cohetes a la embajada cubana porque los cubanos metieron a diez putos presos, tirate con la embajada americana que meten a 30.000 hispánicos abajo de la pirámide, o tirate con los sudafricanos que meten a millones de negros afuera de la sociedad, me parece que es más grave. Nunca tiraste un cohete en la embajada sudafricana y vas a tirar cohetes en la embajada cubana. Yo no quiero darle línea. Yo digo: ojo porque a veces uno, empieza transando con la palabra, y termina transando con las cosas. Digo: no transés con las apariencias sociales, porque terminás cagando tus libros.
HG: –Entonces todo tu materialismo es un homenaje a la literatura…
–Mi único interés era defender mi boliche literario nada más, nada más. En un momento en que no te permiten pensar. No solamente porque sea una posición más practicable y más cómoda, y más autocrítica en términos de que uno sabe que está en una escala muy chiquitita, sino porque tiene que ver también con una convicción teórica, esa misma que te decía: no hay una práctica, no hay una práctica que pueda incorporar lo que yo pienso… lo que puede pensarse en una concepción materialista de las relaciones sociales que no pase por la micro. Porque si yo me intereso por la revolución en Paquistán, viste, termino trabajando con Timermann, en un sistema como cuando yo tengo que trabajar para… Yabrán, en un sistema donde la asimetría que hay entre lo que puede significar Gelman y lo que puede significar Vogelius, o Firmenich, o Timermann es muy grande. En la época de Timermann, Gelman era –además de todo eso– el guardador de una obra poética, digamos así, fundante y necesaria, no es un tipo que estaba hipotecando, jugando, una boludez.
Ulanovsky me parece muy bien que haya trabajado con Timermann, creo que me parece perfecto, no perdimos nada, no perdió nada el mundo. No. Tendría que explicar el curriculum vitae de un poeta, de una persona. Un curriculum ocupacional que va desde la ocupación en el PC a la ocupación en la agencia china, la ocupación, siempre en la ocupación. Lo mismo decía de Portantiero. Portantiero, escribí alguna vez un soneto, así alguna vez podés morirte y que la humanidad sepa que escribiste algo… gratis. Un soneto. Porque la primer cosa la escribió para el PC, la segunda para el diario Clarín, la tercera para la Fundación Transtember de Uruguay, la cuarta para no sé qué ¿viste? la otra ahora no sé para quién. Algo gratis, loco. Mirá Wittgenstein cuántos libros gratis escribió.
HG: –Lo que no entiendo es eso. El materialismo es un don entonces, basado en la…
–¿Cómo un don?
HG: –Sí: un don, el lugar donde descubrís que nadie te da nada a cambio por lo que hacés, entonces no trabajás para nadie…
–No…
HG: –…nadie debe trabajar para nadie, pero ese trabajar para alguien es la historia…
–Sabés quien desarrolló eso, es interesante… Habría que… por eso decía traer algo, pero no se puede traer la biblioteca. Hay un poema, el poema de Girri: “Trabajar para sí”. Para sí, ¿no? Interesante. Trabajar para preservar al máximo la autonomía de tu instrumento de producción, estoy hablando del tipo de la gracia. Hablo de los graciosos, de la gracia que tenemos los tipos que podemos escribir o pintar o cantar. O que trabajaron para obtenerla, no tocados por la… ¿no? Esos tipos, su “trabajo” –entre comillas–, su militancia tiene que estar destinada a preservar sus instrumentos. Que te inviten a Iowa a convivir con otros artistas del mundo, piripi pipliplipipipi y por ahí un tipo va y vuelve y sigue escribiendo.
En general mi sensación es que si yo fuera a pedir una de esas becas no podría escribir más o escribiría… como… los que piden becas… ¿no? Si llenás un formulario de la beca Antorchas, no si ganás la beca Antorchas, si llenás un formulario de la beca Antorchas, yo no entiendo como podés seguir escribiendo. En general los que ganaron, y perdieron Antorchas, ya no pueden escribir más porque… esa asunción: escriba en orden, conteste, limítese a tildar la casilla…
ChF: –Se necesita una enorme voluntad de despojamiento, una voluntad de volverse anacrónico o de…
–Pero si igual te van a volver anacrónico, mirá, decíme, Asís era la actualidad en el 79 y hoy es más anacrónico que José Mármol.
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