César Aira – Festival (ebook)
$ 4,000
Formatos Epub & mobi ‖ 180 páginas
“Festival es una de las grandes novelas de Aira. Su punto de partida es muy característico y muy divertido: A. Steryx, un cineasta belga de culto, es invitado a presidir el jurado de un festival de cine independiente en una ciudad que bien podría ser Buenos Aires si allí hubiera montañas. Steryx es también homenajeado con una retrospectiva, la primera integral de su obra. Pero sin que nadie entienda la razón, viaja acompañado de su madre, una mujer de más de noventa años que apenas camina pero se empeña en participar de todas las actividades del director”.
Quintín
Adquirí el ebook Festival, de César Aira en hasta 12 cuotas sin interés con Mercado Pago o con Paypal.
Prensa:
- Emanuel Rodríguez para La Voz del Interior: http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/cesar-aira-tiene-su-propio-festival
- Por Quintín: https://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2012/10/26/cesar-aira-un-amigo-de-steryx/
- En Télam: http://www.telam.com.ar/notas/201411/85996-cesar-aira-sigue-multiplicando-su-obra.html
Descripción
Formatos Epub & mobi ‖ 180 páginas
“Festival es una de las grandes novelas de Aira. Su punto de partida es muy característico y muy divertido: A. Steryx, un cineasta belga de culto, es invitado a presidir el jurado de un festival de cine independiente en una ciudad que bien podría ser Buenos Aires si allí hubiera montañas. Steryx es también homenajeado con una retrospectiva, la primera integral de su obra. Pero sin que nadie entienda la razón, viaja acompañado de su madre, una mujer de más de noventa años que apenas camina pero se empeña en participar de todas las actividades del director”.
Quintín
Adquirí el ebook Festival, de César Aira en hasta 12 cuotas sin interés con Mercado Pago o con Paypal.
Prensa:
- Emanuel Rodríguez para La Voz del Interior: http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/cesar-aira-tiene-su-propio-festival
- Por Quintín: https://lalectoraprovisoria.wordpress.com/2012/10/26/cesar-aira-un-amigo-de-steryx/
- En Télam: http://www.telam.com.ar/notas/201411/85996-cesar-aira-sigue-multiplicando-su-obra.html
Fragmento
“La llegada de Steryx era muy esperada, tanto por ser una de las luminarias más rutilantes que asistirían al evento como porque en el país, que se jactaba de haber sido el primero del mundo en apreciarlo en su justo valor, tenía seguidores entusiastas, casi una secta, de las que se apenan cuando su ídolo accede al reconocimiento general. No era tan general en el caso del belga, que seguía siendo un director de culto, para entendidos; pero ese entendimiento ya se había hecho global. El “descubrimiento” de que había sido objeto en el país, años atrás, había sido más bien una revaloración: ese autor de filmes europeos de ciencia ficción clase B, que parecían imitar con torpeza (o cinismo) las producciones del género de los años cincuenta, en realidad era un adelantado, “el Antonioni del espacio exterior”, un nuevo Méliés. Aun después de su aclamación crítica, y la confirmación de su genio en una serie de obras maestras, una cierta ambigüedad seguía flotando sobre su trabajo. Y de la ambigüedad se difundía el misterio, lo que hacía tan deseable para sus apóstoles nativos su presencia física.
En pocas horas se había corrido la voz de que había traído al Festival a su madre anciana y disminuida y menudeaban las interpretaciones. Lo primero en descartarse fue que hubiera que ponerlo en la categoría de esos solterones apegados a su mamá. Se le conocían al menos dos matrimonios, uno con la bella modelo francesa que había protagonizado sus primeras películas, otro con la que fuera coguionista de algunos de sus trabajos más recientes, una astrofísica sudamericana. Y había tenido, con alguna de estas dos mujeres, o con ambas, o con otras, varios hijos (dos al menos se habían dedicado al cine, uno de ellos era un destacado documentalista). Las hipótesis en los corrillos del Festival cubrían un amplio espectro: podía estar filmando algo con la madre, por ejemplo. O escribiendo un libro sobre ella, grabando sus recuerdos, y en la carrera contra la muerte no podía permitirse una separación (pero en ese caso, exponerla a los riesgos e incomodidades de un largo viaje podía acercar la última hora de la vieja). O bien podía estar cumpliendo un deber filial, resarciéndola de un largo abandono. O, en definitiva, podía ser un gesto de extravagancia y burla, o un capricho, o cualquier otra cosa”.