Eduardo Espina – tSURnamis

$ 18,800

Colección Campo Real ‖ 168 páginas ‖ 14 x 21 cm.

A
Cuando Eduardo trueca el “quiero escribir, pero me sale espuma” de César Vallejo por un “quiero escribir, pero me sale Espina”, no está haciendo ningún jueguito de palabras. Porque aunque la torsión da risa, también hay que decir que pincha. La espina del apellido se incrusta todo el tiempo en estos “ensayos del yo” que el autor también define como “una entrada autobiográfica en lo que suele denominarse la interpretación literaria”. Esta entrada violenta –verdadera vacuna contra la corrección política– nos permite comprobar, a medida que vamos avanzando en el libro, que a la supuesta “interpretación literaria” que ocupó tan sesudamente a generaciones de profesores, estudiantes y críticos, ya se le pasó el cuarto de hora. Por eso son los restos de una autobiografía descartable –pura espuma con la que el poeta arma sus ensayos– los que nos iluminan más que cualquier tesis doctoral. La medialuna que el joven Espina le comió a Borges aprovechando que era ciego, el original de Kundera que espió en casa de Carlos Fuentes, el haber querido ser Benedetti a los 14 sólo para tener levante, o el haber ayudado a Marosa a huir de una multitud que en Oaxaca esperaba escucharla recitar, son desvíos narrativos que nos instalan, por fuera de cualquier posible canon, ante una clase magistral de ex-literatura. Es que E.E. quería escribir ensayos del yo pero por suerte le salió una novelita de los otros. Todo el resto fue y será literatura.
Tamara Kamenszain

A

Los capítulos de tSURnamis, título misterioso con su misteriosa combinación de mayúsculas y minúsculas, sirven como escenas narrativas para que brille un verdadero e inusual protagonista: el párrafo. Tiempo, literatura y experiencia asumen su promiscua convivencia en cada uno de ellos. Son elementos de una trinidad que está en la base de esta obra, no como categorías profundas sino como pasajes intercambiables de la vida de un escritor. Vida y literatura, esa antigua y renuente pareja: las cosas son como fueron vividas, pero también cómo se leyeron. Entre ambas hay un sujeto que atraviesa la geografía y el tiempo. De Uruguay al presente, del Norte al pasado. El mismo observador atento a los más caprichosos y absurdos detalles de otros escritores, es quien los lee puntilloso con no menos inteligente detallismo. Hay una frase con que el libro describe la inteligencia poética de una gran poeta uruguaya, que podría también usarse para definir la forma con que Espina desenvuelve sus ideas: “Como si las palabras se hubieran dado cuenta antes que nadie”. El autor está presente, claro, pero le cede el primer plano a la lectura.

Sergio Chefjec
A
Los ensayos de Espina son Montaigne en Las Vegas.
Charles Bernstein
A
Adquirí tSURnamis, de Eduardo Espina y recibilo en la comodidad de su hogar. Además, llevando cinco libros o más, el envío es gratis a todo el país y también, comprando 3 o más, en CABA.
ISBN: 9789873728518 Colección: Etiqueta:

Descripción

Colección Campo Real ‖ 168 páginas ‖ 14 x 21 cm.

A
Cuando Eduardo trueca el “quiero escribir, pero me sale espuma” de César Vallejo por un “quiero escribir, pero me sale Espina”, no está haciendo ningún jueguito de palabras. Porque aunque la torsión da risa, también hay que decir que pincha. La espina del apellido se incrusta todo el tiempo en estos “ensayos del yo” que el autor también define como “una entrada autobiográfica en lo que suele denominarse la interpretación literaria”. Esta entrada violenta –verdadera vacuna contra la corrección política– nos permite comprobar, a medida que vamos avanzando en el libro, que a la supuesta “interpretación literaria” que ocupó tan sesudamente a generaciones de profesores, estudiantes y críticos, ya se le pasó el cuarto de hora. Por eso son los restos de una autobiografía descartable –pura espuma con la que el poeta arma sus ensayos– los que nos iluminan más que cualquier tesis doctoral. La medialuna que el joven Espina le comió a Borges aprovechando que era ciego, el original de Kundera que espió en casa de Carlos Fuentes, el haber querido ser Benedetti a los 14 sólo para tener levante, o el haber ayudado a Marosa a huir de una multitud que en Oaxaca esperaba escucharla recitar, son desvíos narrativos que nos instalan, por fuera de cualquier posible canon, ante una clase magistral de ex-literatura. Es que E.E. quería escribir ensayos del yo pero por suerte le salió una novelita de los otros. Todo el resto fue y será literatura.
Tamara Kamenszain

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Los capítulos de tSURnamis, título misterioso con su misteriosa combinación de mayúsculas y minúsculas, sirven como escenas narrativas para que brille un verdadero e inusual protagonista: el párrafo. Tiempo, literatura y experiencia asumen su promiscua convivencia en cada uno de ellos. Son elementos de una trinidad que está en la base de esta obra, no como categorías profundas sino como pasajes intercambiables de la vida de un escritor. Vida y literatura, esa antigua y renuente pareja: las cosas son como fueron vividas, pero también cómo se leyeron. Entre ambas hay un sujeto que atraviesa la geografía y el tiempo. De Uruguay al presente, del Norte al pasado. El mismo observador atento a los más caprichosos y absurdos detalles de otros escritores, es quien los lee puntilloso con no menos inteligente detallismo. Hay una frase con que el libro describe la inteligencia poética de una gran poeta uruguaya, que podría también usarse para definir la forma con que Espina desenvuelve sus ideas: “Como si las palabras se hubieran dado cuenta antes que nadie”. El autor está presente, claro, pero le cede el primer plano a la lectura.

Sergio Chefjec
A
Los ensayos de Espina son Montaigne en Las Vegas.
Charles Bernstein
A
Adquirí tSURnamis, de Eduardo Espina y recibilo en la comodidad de su hogar. Además, llevando cinco libros o más, el envío es gratis a todo el país y también, comprando 3 o más, en CABA.