En Un erudito en problemas, Ruy Krygier confirma una vez más su originalidad y su carácter, ambas condiciones tan difíciles de gobernar en el mundo actual de la literatura y el arte de universidades, becas y concursos. A través de esta novela o en trabajos como Javier y Aroldo o Telgopor, Ruy nos deja vislumbrar eso que tanto me atrae en el creador detrás de una obra, eso que no se consigue en ninguna formación: ser un artista único, solitario, huérfano, cabeza dura y temperamental. Un erudito en problemas es una novela de esta época, lejos de las pasiones inconstantes: una lectura urgente para un mundo urgente.

Ulises Conti

El mundo puede ser tan extraño como apedillarse Krygier: así de exótica es Wepeyenso City, ese territorio ficcional (tal vez una isla), en donde flota la nueva y atrapante novela de Ruy. Y puede afirmarse que este libro flota o reproduce en su lector la sensación de levitar porque sus personajes, sus escenarios, sus diálogos excedidos de ingenio están construidos con la materialidad evanescente del cinemascope. En clave de ese dandismo clase B narrado a la manera de un barroco del disparate; el que ya habíamos descubierto en El amor es miedo, su primera novela, también editada por Mansalva. Esta vez el autor vuelve a meternos en una desopilante trama de peripecias conducida con maestría y nos permite instalarnos en un caribe ilusorio que evoca a otras islas imposibles: la Waytansea de Chuck Palahniuk, la del Dr. Moreau de H.G. Wells, la tropical San Lorenzo de Kurt Vonnegut. Bienvenido lector entonces, a esta historia de desventuras familiares y patrimoniales, encuentros y desencuentros, dramas, despechos, abandonos y crímenes que no pararán de sucederse hasta que Un erudito en problemas nos revele que “salir de esa intensidad sin romper coches, casas, corazones, es casi imposible. El desaire es tan impetuoso y moral. No hay quien sobreviva sin perder al menos un par de muelas.”

Caton