TRES POEMAS DE «LEXIKÓN»

FOUCAULT, MICHEL

Filósofo e historiador a ver ¿a qué no adivinan?
francés cuyas obras en torno a los dispositivos
e instituciones de normalización fueron leídas
de este lado del orbe con los regímenes militares
en mente o acaso inscriptos en las coyunturas
óseas y las terminales deterioradas y nerviosas
ignorando en el aturdimiento cómo esa visión
sobre un poder reticulado panóptico disciplinario
bla bla bla fue elaborada desde el seminario
de un colegio nacional anteayer imperial sostenido
por políticas públicas no paradójicamente potentes;

          lo paradójico fue demorarse en los planos
arquitectónicos carcelarios y sus correspondencias
subjetivas mientras el Estado local era evacuado
sin advertir una no tan sutil diferencia cualitativa:
que acá el infante sea conducido a la escuela barrial
donde se le corrija el hábito malsano de pretender
escribir en un pupitre normal con la mano siniestra
y efectivamente encuentre en principio un pupitre
un cuaderno y una escuela además de por supuesto
el docente coercitivo y según la tipicidad mal pago
tal vez no sea un hecho tan merecedor de desprecio.


GOLD-EXCHANGE STANDARD

Pero entonces el filósofo no debería continuar buscando
la memoria rítmica de una lengua perdida en la lengua
invocar el verso hermético de un trovador del siglo doce
           o discernir en la parataxis de ése malherido por el rayo
           la voluntad de ir más allá de lo comunicativo liberando
           al ónoma de la trama insoportable del blableo discursivo

porque siempre y cuando tengamos en cuenta la relación
íntima entre la acuñación de las monedas y las palabras
habría sido acaso un acto presidencial ¡y performático!
          equivalente a la destrucción mosaica del becerro idolátrico
          la que consiguió cumplir el sueño perfecto de decir
          desvinculando dólar y lingote de oro literalmente nada


GRANADERO BAIGORRIA

Si bien su vértigo para de repente quebrar la cintura
en el lateral y pasar de llevarla en la diestra a la izquierda
cruzar rápido en diagonal y rematar de una a un ángulo
incierto para el arquero demuestra que la escala local
ya no es más la medida excluyente al ser observado
con un relato escandido en mil lenguas y en simultáneo
en millones de pantallas en cualquier zona horaria
(confróntese además el logo de la aerolínea qatarí
en el sitio cordial de la casaca), también cabe advertir

que tras disipar el gesto rígido de concentración y sonreír
abrazándose con sus compañeros procedentes a su vez
de países diversos mientras desde la tribuna y cada casa
se corea su apellido alzando la voz en la e bajándola en la i
en un rapto de frenesí antropológicamente permitido
vuelve al centro del campo, al inicio de todo, la mirada
y los dedos índices dirigidos hacia una altura que cámara
ninguna es capaz de alcanzar dedicándoselo a la abuela
que de chico lo llevaba de la mano a la cancha del barrio.