Guillermo Iuso – Todo lo que pasó

$ 19,800

Colección Poesía y Ficción Latinoamericana ‖ 80 páginas ‖ 14 x 21 cm.

«Como todas las personas que no me gustaron nada al principio, Guillermo Iuso me gustó mucho después de conocerlo más. Todas mis simpatías empezaron por broncas y mis amores a primera vista terminaron en odios asesinos (pero esa es otra contratapa).En Todo lo que pasó Iuso le saca el jugo (todo él es un elogio de la sustancia en el alambique de su cuerpo-laboratorio) a una poética de la autodegradación, valerosa por su disputa con la ilusión de prestancia que pervive aún en la exhibición de una Sophie Calle como despojo amoroso o en la demencia arty de una Yayoi Kusama. Es un dandy negro que en vez de nadar con ruleros por los canales de Venecia como Lord Byron o salir a la calle sosteniendo un pomelo en la mano como el hermoso Brummel, organiza el itinerario de un moco bajo un chorro de surtidor.Es un cronista de la abyección, una abyección alegre y contable en pajas, speeds, alcohol, salidas en la televisión, grasas saturadas, niveles de colesterol así como el viejo Bukowski se jactaba de que murieran antes los médicos que los borrachos y de sus arterias limpias como cañerías sin estrenar– Iuso se jacta de haber bajado el colesterol malo sin haber disminuido sus excesos de Pantagruel en la era del MDMA».

María Moreno

Adquirí Todo lo que pasó de Guillermo Iuso en hasta 12 cuotas sin interés. Además, llevando cinco libros o más, el envío es gratis a todo el país y también, comprando 3 o más, en CABA. Prensa:

ISBN: 9789871474943 Colección: Etiqueta:

Descripción

Colección Poesía y Ficción Latinoamericana ‖ 80 páginas ‖ 14 x 21 cm.

«Como todas las personas que no me gustaron nada al principio, Guillermo Iuso me gustó mucho después de conocerlo más. Todas mis simpatías empezaron por broncas y mis amores a primera vista terminaron en odios asesinos (pero esa es otra contratapa).En Todo lo que pasó Iuso le saca el jugo (todo él es un elogio de la sustancia en el alambique de su cuerpo-laboratorio) a una poética de la autodegradación, valerosa por su disputa con la ilusión de prestancia que pervive aún en la exhibición de una Sophie Calle como despojo amoroso o en la demencia arty de una Yayoi Kusama. Es un dandy negro que en vez de nadar con ruleros por los canales de Venecia como Lord Byron o salir a la calle sosteniendo un pomelo en la mano como el hermoso Brummel, organiza el itinerario de un moco bajo un chorro de surtidor.Es un cronista de la abyección, una abyección alegre y contable en pajas, speeds, alcohol, salidas en la televisión, grasas saturadas, niveles de colesterol así como el viejo Bukowski se jactaba de que murieran antes los médicos que los borrachos y de sus arterias limpias como cañerías sin estrenar– Iuso se jacta de haber bajado el colesterol malo sin haber disminuido sus excesos de Pantagruel en la era del MDMA».

María Moreno

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Fragmento

Me sancionaron en la montaña por tirarme derecho con los esquíes tomando una velocidad que no podía controlar.
Tenía 25 años. Le rocé el brazo a una persona.
Por una semana tuve la entrada prohibida. Me dediqué a pasear en auto solo levantando chicas lindas que hacían dedo. Con una salí quince días.
Vivíamos en mi cabaña, y todas las mañanas, apenas me ponía mi enterito rojo de esquí con tiradores, ella tomaba sorbos de café y me los pasaba por la pija chupándomela hasta tragarse todo. Me subía el cierre diciéndome: “Es para que te lleves mi gustito a la montaña y pienses en mí”.
Yo salía despojado y plácido hacia el cerro Catedral, y al llegar, me tomaba un cuarto de ácido para pasear por las cumbres fumando porros en las aerosillas.
Después de cumplir el segundo tramo de la subida, desayunaba un tostado gigante con una taza de chocolate caliente. Cuando salía del refugio, el ácido empezaba a darme visiones extraterrestres.