Carta confidencial a Juan L. Ortiz, de Ricardo Zelarayán

Perdone don Juan…
(Usted no se va a enojar,
estoy seguro que no se me hará el Otro,
como se dice en el norte,
el Extraño, como oí decir en mi provincia
o el Oso, como dicen los porteños).
Hay novecientos mil entrerrianos exiliados en todo el país.
(Casi la población de la provincia).
Por eso los entrerrianos nos identificamos fácilmente
con los paraguayos
y con los uruguayos, nuestros hermanos de siempre.
Entrerrianos, paraguayos y uruguayos
fuimos derrotados en diferentes tiempos,
aunque nosotros los entrerrianos
fuimos más bien traicionados…
como usted bien sabe.
Dos veces los entrerrianos
(cierto, con espurias alianzas tácticas, una vez López,
la otra vez eran unitarios)
nos apoderamos del Puerto, de Buenos Aires.
Derrotados por la traición,
el país nunca pudo hacerse,
o nunca terminó de hacerse,
todavía no existe el país, bah.
No nos engañemos.
Esto es un conjunto de regiones
dominado, expoliado por el Puerto (afortunadamente
para los imperialistas y aunque los marxistas
verticalistas piensan que esos razonamientos “superestructurales”
“perturban el proceso”)
Y bien, si el país aún no existe,
¿cómo vamos a hablar de la Patria Grande?
¿Cómo es posible seguir tapando la realidad con slogans?
Ojo don Juan
Ojo con esa zurda de consumo
que lo acecha
para legalizarlo,
para empaquetarlo como a Ramírez
que ingenuamente transó
para arrepentirse tarde…
después de muerto…
o a Urquiza que creyó que él iba a empaquetar
y así le fue.
Ramírez asesinado,
Urquiza asesinado,
López Jordán asesinado.
¡Mire usted qué historia!
¡Ochocientos mil entrerrianos,
seiscientos mil paraguayos,
setecientos mil uruguayos,
que hoy miran melancólicamente la luna
pensando en su tierra!
Perdone don Juan.
Todavía no entiendo cómo le vendieron a Cardenal.
(Ese Cardenal con mayúscula que insulta a nuestros
hermosos pajaritos con minúscula)
Dígame, por empezar
¿qué puede esperarse de un cura que se llama Cardenal?
(esto no es una boutade)
que con su presencia en Guatemala
legitima a Tachito Somoza
y que hasta mete la mano
en las ganancias de una agencia de turismo
que organiza los tours a Solentiname,
primera y segunda clase.
(Ya sé que ha que pelechar,
pero…)
Ojo con los Schweitzer y los Cardenal
Schweitzer bien muerto está,
pero ese Cardenal sigue con el verso purulento
de la Biblia, madre de esta bendita civilización occidental
que hoy espera su salvación
nada menos que del marxismo!
Perdón don Juan,
tampoco entiendo su predilección
por los “héroes” de papel de la revista Crisis
que, entre otras cosas, trafica con los pasajes
gratis que recibe de La Habana.
En Buenos Aires, poner la palma de la mano derecha
sobre el índice de la otra significa: esperá un poquito.
No, ya no puedo esperar.
En Paraná, a través de la vidriera de un café,
una gitana con la palma de la mano derecha hacia arriba
con el índice de la otra al centro de la palma
me quería decir: “destino”.
O tal vez suerte.
Suerte para usted, don Juan
porque esto lo tengo que seguir,
porque yo la sigo…