Mario Bellatin – Pájaro Transparente
$ 34,800
«Unos minutos después, luego de los saludos de rigor y de presentar sus respetos a la imagen del profeta Magetsu, se procedió a la inspección de la boca de la cocinera. Todavía no era el momento de comenzar las oraciones en regla. Era importante, para encontrar el tono adecuado de practicarlas, saber si se oraba conociendo que la cocinera contaba con piezas molares. Endo Hiroshi, en esa ocasión, no le dio ninguna importancia a los ritos, pese a que los cumplió a cabalidad. Estaba consternado con la desaparición del insecto. Pero, como fiel devoto, debía disimular lo más que pudiera. Se había puesto su tradicional túnica y, después de saludar a sus padres como lo debe hacer cualquier hijo que regresa de una larga expedición, les comenzó a arrojar, a sus cuerpos tendidos, el agua correspondiente —que iba sacando de un pequeño cuenco de madera—. Los padres, luego de los saludos, se habían acostado en el suelo, boca abajo, cuan largos eran. Cuando se terminó aquella parte del ritual, notaron la ausencia de la cocinera. Los padres intuyeron, al instante, la verdad».
- «Señas particulares», nota de tapa de Radar Libros, por Patricio Lennard: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-2356-2006-12-10.html
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Descripción
«Unos minutos después, luego de los saludos de rigor y de presentar sus respetos a la imagen del profeta Magetsu, se procedió a la inspección de la boca de la cocinera. Todavía no era el momento de comenzar las oraciones en regla. Era importante, para encontrar el tono adecuado de practicarlas, saber si se oraba conociendo que la cocinera contaba con piezas molares. Endo Hiroshi, en esa ocasión, no le dio ninguna importancia a los ritos, pese a que los cumplió a cabalidad. Estaba consternado con la desaparición del insecto. Pero, como fiel devoto, debía disimular lo más que pudiera. Se había puesto su tradicional túnica y, después de saludar a sus padres como lo debe hacer cualquier hijo que regresa de una larga expedición, les comenzó a arrojar, a sus cuerpos tendidos, el agua correspondiente —que iba sacando de un pequeño cuenco de madera—. Los padres, luego de los saludos, se habían acostado en el suelo, boca abajo, cuan largos eran. Cuando se terminó aquella parte del ritual, notaron la ausencia de la cocinera. Los padres intuyeron, al instante, la verdad».
- «Señas particulares», nota de tapa de Radar Libros, por Patricio Lennard: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-2356-2006-12-10.html